Era una mañana muy fría de invierno y Daniel miró por la ventana de su habitación. Estaba nevando. Hacía exactamente dos años desde que su hermana había fallecido, así que decidió llevar flores a su tumba.
Cuando llegó, dejó las flores sobre la tumba de su hermana y decidió ir a pasearse por el cementerio. De ponto, vio a una chica muy guapa que lo estaba observando desde lejos. Decidió averiguar quién era, así que empezó a caminar hacia ella. Ella se dio la vuelta y empezó a correr. Cuando llegó al sitio donde la había visto, ella ya no estaba allí. Cada día la veía y siempre pasaba lo mismo, hasta que un día ella se quedó en el sitio de siempre. Él le hizo muchas preguntas: ‘’¿Quién eres?¡Por qué siempre huyes?’’. Ella no contestaba. Empezó a caminar hacia la iglesia, así que Daniel la siguió. Entonces vio que estaba de pie, junto a la pared, pero su piel era de un color extraño. Él se acercó a ella y la besó apasionadamente en los labios, pero eran tan fríos como el hielo. La miró atentamente: era una estatua de hierro.
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