La tinta de mi pluma cae sobre las hojas sagradas de mi cuaderno, fundiéndose con ellas, creando la imagen escrita de mis emociones, de mi pensamiento, de mi tristeza y de mi alegría, mi vida entera es como si la tinta fuera mi sangre y la pluma mi dedo chivato que lo cuenta todo.
No puedo parar de escribir, es algo incontrolable, una adicción, es peor que la droga. Escucho música a la vez, el piano de los ángeles y la voz de los dioses, haciendo que escriba cada vez más. No sé qué me pasa, he dado rienda suelta a mi mente. Seguramente me desangraré y cuando pare por ello seguramente no habrá una papelería cerca para comprar una transfusión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario